Estos dos lagos, situados en el fondo de un valle a 3800 m de altitud, son conocidos por los llamativos colores de sus aguas: según la hora del día, la época del año, el ángulo de ataque de la luz, el agua cambia de verde turquesa a azul celeste, casi eléctrico. Accesible a los caminantes no confirmados, la leyenda cuenta que los dioses se apiadaron del amor imposible de una princesa y un soldado, que transformaron en dos montañas (el Huascarán y el Huandoy), y las lágrimas de los dos amantes formaron las lagunas de Llaganuco.